OTROS PASEOS. OTRAS HISTORIAS



OTROS PASEOS. OTRAS HISTORIAS
TANIA CANDIANI


LUGAR CERO. CASA VECINA
CENTRO HISTÓRICO, DF.
MÉXICO, MARZO-ABRIL 2010


La deriva es un comportamiento experimental en una sociedad urbana.
Guy Debord


No hay turista que se precie que no cargue su mapa para guiar sus vagabundeos cosmopolitas. Y si al finalizar las visitas a las diferentes ciudades, cada quien trazara los itinerarios seguidos excluyendo los puntos de interés oficiales, los diferentes recorridos nos darían una inusitada cartografía personal y una perspectiva inédita de la ciudad atendiendo a los motivos íntimos del turista/transeúnte ocasional. Y todas esas memorias urbanas, al igual que los mapas, se desdoblan en muchas historias que contar.

El Turismo en la era post-industrial como sinónimo de viaje tiene mucho de Deriva, un tanto predeterminada, aunque no hay un simple "Paseo" que no entrañe su dosis de aventura, que no sea un modo de provocar "situaciones".
Los Situacionistas proyectaban la Deriva como un discurso de las pasiones del amor, y alentados por las derivas opiáceas del escritor británico Thomas de Quincey a través de todo Londres, en la tradición literaria de paseantes y contempladores urbanos como Baudelaire, Dickens o Walter Benjamin (cuyo The Arcades Project quedó a la postre inconcluso), los miembros de la Internacional Situacionista tenían pensado poner en marcha agencias de turismo alternativas que proponían tours a las partes ocultas de los barrios vecinos. Todo ello para lograr uno de sus objetivos fundamentales: la creación de situaciones para enriquecer con el azar la vida cotidiana.
La Psicogeografía, otra de las grandes aportaciones teóricas del Situacionismo y de mayor complejidad, haría posible la creación de mapas en los que ya se hubiese designado qué lugares o regiones favorecían el despertar de un tipo de respuesta afectiva o estética, de forma que se pudiese realizar una planificación previa.

En Otros paseos. Otras Historias, la artista Tania Candiani
acomete un acto de deriva procesual al desarrollar su proyecto a partir de la recolección, en entrevistas junto con un equipo de voluntarios en unos módulos construídos para ese efecto, de testimonios y recuerdos de habitantes del Centro Histórico de la Ciudad de México, para a través de esas memorias (las Otras Historias), habilitar recorridos guiados, creando cartografías afectivas que nos re-descubren el Centro con otros ojos, otras miradas y Otros Paseos, basados en relatos íntimos que transcurren a la par que esa Historia con mayúscula que todos conocemos, el Gran Relato por antonomasia.

Otros Paseos. Otras Historias propone un modo de re-descubrir el Centro bajo las pulsiones de otras afectividades, otras vidas que no son las de los Héroes ni las de la Historia Oficial de la Ciudad, sino a partir de los recuerdos y memorias de sus habitantes anónimos contemporáneos, ésos que vivieron las últimas de las sucesivas transformaciones sufridas por el organismo mutante que es un centro urbano milenario (y en proceso de gentrificación), desde las trajineras hasta las ecobicis de hoy.
En base a todos esos microrrelatos, memoria colectiva de los vecinos del Centro, la artista ha ideado una serie de recorridos guiados, pre-establecidos, con las lógicas variaciones que se ocasionen en el momento por la intervención del azar, tejiendo una telaraña de información afectiva con las historias recolectadas en entrevistas y que serán contadas por los guías durante el recorrido. Para que el Turismo sea verdadero tiene que ser reducido a la ficción.



Otros Paseos... por los lugares que ya no están, señalados por los más antiguos, alguien contará que ahí donde hay un Todo a 10 pesos había una sastrería a la que iba con su abuelo, en qué esquina una pareja se dio el primer beso y cuál fue la casa que los vio nacer... Otros Paseos. Otras Historias nos llevará, en otro recorrido basado en los recuerdos de alguien más, a escenarios donde transcurre el amor, la vida y donde también, los comensales se dan a la bebida, y por supuesto, a las conversaciones especulativas y ociosas, ese ejercicio precioso y cada vez más raro de Deriva mental con la que se construyen las Otras Historias, como aquélla que cuenta cómo el hombre mosca escaló la Catedral o todas las que alberga el Evangelista, tipógrafo de la plaza Santo Domingo.

La artista siempre ha contemplado y explotado las posibilidades narrativas de sus piezas. Con anterioridad, y apuntando ya en esa línea, implementó también en el Centro del DF un sistema de recolección anónima, a través de un buzón móvil, de albures y refranes (otro tipo de memoria colectiva), que imprimió como carteles en papel revolución y posteriormente pegó en varios lugares de la ciudad.

En Otros Paseos... se hilan, como una extensión de los ejercicios de costura realizados en piezas anteriores, unos recorridos guiados en un gigantesco despliegue espacial en el Centro, donde Tania Candiani transmuta Información (los recuerdos y memorias de los vecinos) en Experiencias a partir de la creación de Situaciones y, sobre todo, en Espacio Narrativo, superponiendo itinerarios afectivos y anecdóticos, cartografías emocionales, a los marcados por las diferentes rutinas de los habitantes, transeúntes y turistas del Centro Histórico.

La mecánica de este proyecto es muy parecida a la construcción de una novela, concebida como aglutinante de muchos microrrelatos, que hechas texto figurarán en placas callejeras colocadas en los lugares señalados. Su estructura me recuerda Rayuela de Cortázar o La historia de una escalera de Perec, con la particularidad que esta novela, Otros Paseos. Otras Historias, se escribe y se lee a pie (o en bicicleta), en recorridos producto de una respuesta afectiva, emocional o estética, y sorprendiendo al "turista" que los lee y recorre, puesto que las cartografías obtenidas en base a estos testimonios, raramente coinicidirán con las propias, viendo el Centro Histórico con otros ojos: los del vendedor de lotería, los del comerciante que lleva ahí medio siglo, los de la ama de casa, los del fotógrafo de barrio...
En definitiva, Otros Paseos. Otras Historias es una aventura psicogeográfica para leer, una novela de microrrelatos y anécdotas para ser caminada.



Rubén Bonet
Fundación Adopte a un Escritor
la Roma, abril 2010


UN TEXTO PARA UNA EXPO DEL GRAN JJ GURROLA

texto para el díptico editado por La Garufa para la exposición de J.J. Gurrola, Los caprichos de Gurrola. Aparecido también en el suplemento sábado, del uno más uno, ilustrado en su totalidad con los dibujos que conformaron dicha exposición en el año 1999.


...un punto, una coma, el pincel, la curva que delimita una nalga, la tinta escurriéndose sobre el papel, un hombro, un pezón, la rodilla, el trazo con el que se acarician las curvas de una mujer: el segundo donde todo se revela. contener la respiración para acometer esa caricia con las décimas de milímetro de separación adecuadas entre las yemas de los dedos y la piel de, por ejemplo la espalda (o la interiorización de esa visión, es decir: su recreación). una expedición tactilográfica a través de la anatomía lujuriosa y compleja que todas las mujeres poseen, contenidas en una sola, como nadie ni nada más que ellas son capaces de contenerse –de contener todo- en sí mismas. la mujer como forma total. la hiperconsciencia permanente del potencial de su voluptuosidad seductora- y su ejecución sistemática. por eso dice gurrola que además de seductora esa voluptuosidad innata, genética de género, es diabólica. la tentación. en cualquiera de sus gestos más mínimos: mesarse el pelo, quitarse unas medias, pedir una firma, decir adiós, recuperar ese espagueti rebelde que embadurna ligeramente la barbilla con una sonrisa pícara de prostituta educada y complaciente... en fin.

con esta serie de dibujos juan josé gurrola materializa sus demonios y el objeto de sus pasiones desbordadas, incontenidas, poseído como está por lo diabólico de la voluptuosidad que emanan los universos femeninos, consciencia de la hiperconsciencia, y la extrema vulnerabilidad de gurrola a ciertos encantos convertidos en provocaciones más allá de la decencia, de cualquier convención de la pseudomoral burguesa. no podía ser de otra manera. el fenómeno de lo permeable- cualidad básicamente femenina- como método de conocimiento, de observación, pero desde el punto de vista del depredador, del cazador furtivo de instantes. de descuidos.
gurrola “se abre de patas” para adueñarse de esos momentos en que la voluptuosidad de la que hablábamos se manifiesta sin objeto, naturalmente. como una flor rara que no necesita ni nuestra mirada ni nuestro varemo para ser. la totalidad de lo femenino manifestada en el detalle de una sonrisa, de una postura obscena, de una axila, de unas caderas desmesuradas. el descuido otra vez. el descuido de sí mismas, eso es lo que vemos atrapados en estos dibujos. a mí me dijo: “cuando camino por la calle y veo a una mujer, inmediatamente le adivino las posibilidades de lascivia”. quedan dos cosas por hacer con esa imagen: o correr al baño más cercano para masturbarse o dibujar. o para eliminar la horrorosa dualidad: dedicarse fervientemente a ambas. medusas inagotables, tentación en la que no hay atisbos de verdadero drama: la lucha está perdida de antemano. por eso tienen el control de los mecanismos de poder, desde tiempos inmemoriales –para qué hacernos pendejos. eso lo saben ellas (casi todas), lo sabe gurrola y también lo sé yo. como dice san mateo de jesucristo: o estás con él o contra él.
dibujos para cerrar el siglo. un excelente antídoto contra tanto empacho conceptual.


rubén bonet, abril 1999, ciudad de méxico

ensambles
sobregrafías (I)


una exhibición de alejandro zacarías
Galería 256, Tijuana/Los Cabos


            Al artista visual de Tijuana le toca hacer mucho del trabajo antropológico de registro, más o menos efímero, de las sucesivas edades de la ciudad, que se re-configura de manera espontánea y continua a partir de capas (de información) infinitamente variadas que se alojan en los residuos post-industriales, al ser Tijuana de tradición ágrafa, y en todo caso sus medios de comunicación más interesados en mostrar siempre otra cosa que trate de maquillar o manipular la Realidad. La Información también, o sobre todo, ocurre en la materia y Alejandro Zacarías nos traduce en clave estética su narrativa secreta.
           

            La práctica artística que lleva a cabo Alejandro Zacarías, cuando no participa en proyectos colaborativos, tiene mucho que ver con lo que los intelectuales y artistas que militaron en la Internacional Situacionista (1957-72) predicaban como la mayor aspiración y logro del Nuevo Arte: formar parte de la vida del artista hasta diluir las fronteras entre ser, estar y hacer.
Zacarías incorpora de manera sistemática en sus procesos de trabajo aspectos de la deriva y la psicogeografía situacionistas, estrategias muy aptas para un transterritorio mutante plagado de instalaciones espontáneas, derviches incendiarios (Hakim Bey dixit), que dinamitan con su sola existencia azarosa el sobrevaluado mercado del Arte Contemporáneo oficial y el papel del artista como máximo gurú de las vanguardias estéticas.

            Alejandro Zacarías en sus décadas de pintoresco y alegre deambular por los rincones más inéditos de esta sorprendente y mutante orografía que es Tijuana, se ha relacionado de una manera emocional, estética, con el paisaje urbano no residencial de la ciudad, compuesto básicamente por toneladas de basura estratégicamente repartidas, reciclable alguna, reciclada otra y aún, otra categoría más, que es la que ya no acepta ningún otro uso, ninguna re-circulación, deteniendo el ciclo del re-ciclaje y formando instalaciones imposibles a base de materia (muebles, electrodomésticos de muchas manos, radiografías abandonadas...) repleta de información emotiva en los cañones y tiraderos ilegales, que en Tijuana florecen como los hongos en el trópico en época de lluvias. Ésta es la paleta en la que bucea Zacarías para realizar estos ensambles.


            El acomodo estético espontáneo del caos de la materia es lo que Zacarías "rescata como si fuesen fragmentos de memoria disgregada", de ahí la analogía con la antropología visual, y en La Maquila, taller laboratorio, Ave Fénix  y una TAZ fundamental en la colonia Altamira, recombina de nuevo esos fragmentos de memoria e información dispersa, disgregada, provocando en definitiva que la materia re-circule al fabricar estos ensambles, retazos de información emocional que los hace parecer extrañamente animados, fruto de un re-ordenamiento narrativo y la feliz convivencia del diálogo orgánico/inorgánico, una de las principales tensiones conceptuales en la obra de Zacarías.
           
            Otra de las tensiones constantes en su discurso tiene que ver con el papel del artista en esta sociedad, y en su caso concreto, abjurando de todo supuesto privilegio de casta, se desdibuja en su obra manteniendo una presencia "autoral" mínima en el conjunto, cultivando una ausencia de la mano creadora, como si el milagro creativo se produjera en el caótico mundo de los desechos de esta Tijuana post-industrial, y no en las habilidades y talentos de Alejandro Zacarías, quien cuando dibuja y se manifiesta -se hace presente en la pieza como autor- lo hace a través de dibujos toscos, casi primitivos, con un halo de Arte Povera sin intelectualizar, cercano incluso al Art Brut, sin apenas pretensiones estéticas asociadas con el genio o habilidades artísticas.


            La otra gran tensión discursiva en la obra de Alejandro Zacarías es el tema de la libertad individual ante un sistema que cada vez copta más al ciudadano, manteniéndolo rehén indefenso en una trama ilógica e híperviolenta. El sistema está representado en esta serie de ensambles por un paralepípedo orgánico que simboliza las estructuras de poder, conjugando una gráfica blanda, de aspecto cárnico por el volumen que le da la resina, con un punto lacerantre de opresión, al erigirse como única estructura cerrada y aislada en sí misma, aprisionando a la Vida, representada por figuras sobregrafiadas en el objeto, impresiones digitales sobre acetatos, que quedan apresadas en la metaestructura poligonal.
 Como sucede en la pieza La casa del árbol, en la que un árbol sobregrafiado vive en el espacio de la resina inmerso todo ello en una supraestructura que lo engloba (el paralepípedo/sistema), lo que nos da a suponer que consta de atmósfera propia, en contraposición al campo abierto y las texturas que contienen a la estructura poligonal, que son espacios de libertad, donde se instauran las estructuras alternas que no tienen rigidez, sin patrón, espacio para hallazgos estéticos y los refinados placeres visuales que dan las texturas e información acumulada (memoria emotiva) de la madera.

            En esta serie de ensambles, mutaciones de los objetos encontrados, "ensamblados" entre sí a modo de extensiones naturales, Zacarías crea una narrativa íntima de los objetos con arquitectura propia, ventanas que se abren a otras ventanas dentro de la pieza, rebosantes de sobria plasticidad.
Además de un ejercicio de arqueología psicogeográfica cotidiana en los cañones y tiraderos de la ciudad donde creció el artista, es también el modo en que Zacarías re-ordena y re-circula la información emocional que subyace en el discurso del caos autorganizado de los millones de flujos (invisibles) en el que transcurre la ciudad fronteriza de Tijuana.



rubén bonet
la maquila
Tijuana, nov. 09
fundacionadopteaunescritor.blogspot.com